Fragmento de "Cuando ya no quede nadie"

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Eso era lo otro
mientras nadie se atreviese a decirlo.

Como este sol
del color de la cerveza tibia
que ya no ilumina ni calienta.

Como el sueño que viene a golpes
y se escapa entre sábanas frías
y pies que quieren ser alas
ya sin ganas de volar.


Como la página que se deja hacer
cuando la tinta y la sal de los ojos quieren
y el papel, tan puro y sin rayas,
ha olvidado monosílabos de resistencia y negación,
de ahora es tarde, vete: no.

Y la mano,
que no entiende de desilusión,
sigue los dictados de un viento
que ya no sopla a su favor.

El tic tac, tic tac, tac, tac,
de un reloj arrítmico
que perdió toda noción,
que se resiste,
que quiere volver y no puede,
que enloquece
ante el desconcertante
descompás de dos agujas
que se niegan a ir en la misma dirección
y que nunca fueron a la misma velocidad.

Vuelve si vas a venir sin saber cómo llegaste.
La inercia es mentira si quieres que lo sea.

¿Quedará algo cuando ya no quede nadie,
cuando la cuerda del reloj se pare
(y nos separe)
en esta casa que quiere estar vacía?

¿Y cuando aprendamos que sí y no
son dicotomías irreconciliables
y al mismo tiempo inseparables,
olvidemos sus significados y significantes
y digamos "sí" cuando es "no"
y viceversa?

Cuando ya no distingamos noche y día,
¿cómo sabremos lo que es todo
y lo que es nada
si nuestro sino es la eterna interrogación,
si uno abre las preguntas que otro cierra
y nadie entiende las respuestas?



Solo es un fragmento de "Cuando ya no quede nadie", un poema eteeeeeeerno, inspirado por un gran cantautor, gran poeta y gran perro herido, que consigue que me acerque a situaciones ajenas. Es el Día Mundial de la Poesía, algún pedazo de mi humilde libreta tenía que compartir.