martes, 16 de agosto de 2011

La "lovespoon" galesa, más que una cuchara


Tras los objetos más cotidianos existe todo un mundo simbólico que raramente percibimos, quizá por esa habitual relación causa-consecuencia entre uso y desgaste; entre costumbre y falta de significado aparente. Duchamp lo sabía, pero a la mayoría se nos escapa, unas veces porque no conocemos la historia del objeto en cuestión; otras, porque estamos tan acostumbrados a utilizarlos que no creemos que algo tan cotidiano como una cuchara pueda tener una función simbólica y ceremonial.

Las rosas y las alianzas ocupan un lugar privilegiado en la simbología amorosa occidental actual; las cucharas tuvieron su momento de gloria en diferentes culturas pero, especialmente en Gales durante el siglo XVII. Si viajáis a Gales encontraréis escaparates repletos de cucharas artesanales delicadamente talladas en madera, muchas de ellas personalizadas con nombres y fechas. En la actualidad son meros elementos decorativos y se venden como souvenirs, pero tras estas curiosas cucharas existe toda una tradición: fueron un instrumento clave en los rituales de cortejo.


Historia
Las primeras cucharas con decoración simbólica galesas datan del siglo XVI, pero será a partir del XVII y, especialmente durante el XVIII, cuando se convertirán en símbolo amoroso en el entorno rural galés. Conocidas como lovespoons (cucharas del amor), eran talladas a mano por jóvenes que dedicaban horas de arduo trabajo hasta obtener la cuchara más adecuada para su amada. Nada estaba garantizado, una lovespoon no es un anillo de compromiso, sino una declaración de intenciones. De que la joven la aceptase o no dependía el comienzo de una relación fruto de un spooning (como se conoce esta tradición) exitoso o la toma de conciencia de horas y horas perdidas. Si el trabajo surtía recompensa, la cuchara se colgaría en una de las paredes más visibles de la casa en la que la pareja cohabitaría (hasta el siglo XVIII no fue habitual el matrimonio en Gales).

La obra "De civilitate morum purilium" de Erasmo de Rotterdam pone de relieve dos aspectos: así como introduce el concepto de civilité, que se extendería a toda Europa, su preocupación por los modales en la mesa le lleva a insistir en la necesidad de la utilización de cucharas para servirse de una fuente común, lo cual hasta entonces sólo era habitual entre la aristocracia. La cuchara, por tanto, se convierte en un objeto importante y de moda en todas las casas. A partir de 1625, la decoración de cucharas artesanales se convierte en algo habitual y logrará convertirse en una moda en toda Europa. Es en este momento cuando nace la lovespoon galesa. La más antigua que se ha encontrado en Gales data de 1667. En las zonas rurales y más pobres, las cucharas solían ser de madera y de este material serán la mayoría de lovespoons típicas. Con el tiempo, los motivos se fueron haciendo más complejos y aumentaron en tamaño. A su vez, se convirtieron en auténticas piezas de arte.

Simbología
Si tenemos en cuenta que la idea de las uniones conyugales de la época se basaban en los intereses compartidos y en la estabilidad económica, es comprensible que la cuchara fuese un símbolo garante de hospitalidad y estabilidad. Será a partir del siglo XVIII cuando se extienda la idea en Europa de que el matrimonio debía ser fruto del amor, y será en ese momento cuando se intente demostrar en función del tamaño de la cuchara o de elementos más sofisticados en su decoración.

No se trata de un símbolo exclusivo de Gales, puesto que se han utilizado en otros muchos países en rituales de cortejo, matrimonio y hospitalidad. En muchos países europeos se han hallado muestras de estas cucharas, aunque no está claro que en todos ellos se utilizase con la misma simbología específica.

En otros lugares han sido utilizadas durante rituales relacionados con el cortejo y el matrimonio, especialmente en algunas zonas de África, donde la talla de cucharas sigue siendo un oficio habitual. En el sur de Mozambique, dos cucharas encadenadas "se pasaban sobre los hombros de dos personas para unirlas desde que comen de la misma olla" (Jefferson, 1974). Los tuareg del norte de África decoran estas cucharas con colores significativos que varían en función de la intencionalidad. En Algeria se talla una cuchara y un tenedor unidas por el mismo pedazo de madera. Los balega y babali del Zaire tallan cucharas en hueso y marfil con decorados hechos a mano, un trabajo que ya se realizaba en el Egipto faraónico. Además, los bijuga el las Islas Bisago, cerca de la costa de Guinea, también las han utilizado. En Costa de Marfil se decoraban con cabezas de personas y animales y eran el emblema de la esposa del primer líder o de la wunkide, que bailaba una canción en torno a este objeto en algunas festividades.

Aunque no son únicas en el mundo, lo que hace a las lovespoons galesas diferentes es su amplia variedad de significados, pues en función de la decoración simbolizan buena suerte (herradura, trébol de cuatro hojas, ruedas, timones y anclas), amor (corazones, tallos entrelazados, adenas, cerrojos, llaves y palomas) o fertilidad (esferas, espirales, bellotas y hojas de roble). El hecho de que se trate de símbolos que a día de hoy seguimos concibiendo con los mismos significados, ha favorecido que las cucharas hayan llegado a nuestros días; aunque hayan perdido valor como símbolos utilizados en rituales de cortejo y hayan ganado en otros terrenos convirtiéndose incluso en meros elementos decorativos o souvenirs.

La importancia de las cucharas en el folclore sigue estando presente como elemento simbólico de estabilidad y prosperidad en muchas culturas y aún se manifiesta en frases como "hay quien nace con una cuchara de plata en la boca".





Todas las imágenes publicadas en este post pertenecen a David Western, uno de los artesanos más prestigiosos en la elaboración de lovespoons galesas y autor del libro "Fine art of carving lovespoons".
Un poco más de historia: "Lovespoons in perspective", Herbert E. Roese, publicado en Bulletin of the Beard of Celtic Studies, 1988.



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