lunes, 5 de diciembre de 2011

Maravillas del lenguaje (2): Tortilla de cojones

Mi compañera de piso es eslovena. Ha venido de erasmus con lo puesto: unas cuantas palabras italianas, un inglés fluido y su esloveno materno. Por alguna razón, y sin intención de iniciarla en el dominio del dirty spanish, la primera palabra que le enseñé no fue 'hola' ni 'gracias' y resultó tan útil que fue la primera que le escuche, sin tardar mucho en recurrir a ella, como ahora veremos.

Llegó su primer fin de semana y me la llevé a conocer la zona: fuimos a hacer senderismo por la ruta del Barranc de l´Encantà, tuvo su primera experiencia folclórica cuando nos encontramos por sorpresa con un desfile de Moros y Cristianos en Planes de la Baronia (el pueblo en el que habíamos dejado el coche, uno de los más bonitos de la provincia de Alicante y que recomiendo visitar a buscadores de pueblecitos con encanto). Anduvimos por otros pueblos bonitos de la provincia, como Altea, y al fin llegamos a casa de mis padres. La chica tenía que probar la maravillosa tortilla de mi madre (una manchega que se precie hace las tortillas como tartas de boda: toda una prueba de estiramiento mandibular).

Mi madre es de esas personas que confían en su capacidad gesticulatoria y en la elevación del tono de voz cuando interactúan con personas con las que no comparten idioma. Además, mi compañera es una chica lista y rápida, por lo que la comunicación era relativamente fluida entre ambas cuando mi madre comenzó una disertación sobre Tortillología iniciática con el entusiasmo característico de quien explica la receta de la tortilla de patatas a los guiris:


-Patata y cebolla. Huevo, así: chucuchucuchú. Y a la sartén. Luego: pim, pam -simulando darle la vuelta-. Pataaata y hueeevo. Huevo. ¿Me entiendes?

-¡Ah! Sí, entiende. Cojón, ¿no?

Y eso fue lo que dijo mi compañera de piso con la típica cara que se te queda cuando encuentras el Santo Grial o tienes la respuesta a las enrevesadas preguntas de tu profesor. Porque sí: para hacer una tortilla hay que romper varios...¿Cómo era ese refrán?

La cara de mi madre fue diferente, pero muy clara. Porque la suya es de las que se leen, y yo leí lo siguiente: "No, espera, no te rías aún. La muchacha no ha dicho cojón, ¿cómo va a decir eso a una desconocida con esa dignidad y esa inocencia? No habré oído bien o habrá dicho vete a saber qué, en su idioma. Aunque - mirando a mi padre y luego a mí - vive con mi hija...".

Sólo entonces inició una carcajada eterna que nos impidió cenar y que todavía resuena cuando vuelvo a casa.

Pero vamos, quién no se ha constipado en Reino Unido y ha dicho que estaba 'constipated' o se ha quejado de la abundancia de 'curvas' de la carretera ante una eslovena que sabe checo...


1 comentario:

  1. jajajaja lo que daría por haber visto la cara de tu madre en ese momento! dale recuerdos, por cierto.

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