viernes, 8 de junio de 2012

¿Ser libre o sentirse libre?

A mí me fue más fácil que a otros. Sin embargo, al comienzo de mi detención, lo que me resultó más duro fue tener pensamientos de hombre libre.

(Albert Camus, El extranjero)


Vicenta me pregunta, a propósito de esta cita, qué es la libertad. Nadie me preguntó antes por ella y yo tampoco lo hice porque la sentía tan mía como mis pies: tan evidentes que nunca me he preguntado qué son. No veo mi libertad como veo mis pies, pero revolotea. A veces se para, desaparece como si hubiese ocupado algún lugar en otro tiempo y se me rompe la brújula. No soy libre, supongo, pero me siento libre. Mi madre dice que no soy ave de jaula y yo la creo. Cuando la creo a ella, creo que sí, que soy libre, porque así lo siento mientras una fuerza superior, el poder ajeno, no se manifiesta mostrando mis limitaciones.


Siempre entendí la libertad en un sentido aristotélico (ni idea tengo de filosofía aunque algo recuerdo); es decir, como la capacidad de elegir, pero me gustaría creer que es algo más primario y animal: estar más cerca de Spinoza si la sociedad me permitiese responder a la naturaleza sin tomarme por demente y quedar, por tanto, excluída, si no de la sociedad, si al menos de mi círculo más próximo en lo que incluso a las acciones más leves se refiere. 

Además, no puedo dejar de entenderla en contraposición a cautiverio. Por tanto, sólo cobra sentido por el mero hecho de que la libertad en sí no existe salvo como concepto para explicar que no estamos atados, encerrados o atrapados. De no ser así, ahora no estaría preguntándome qué es y escribiendo sobre ella. Dejamos de ser libres cuando tomamos conciencia de que no lo somos y es entonces cuando nos preguntamos: ¿qué es la libertad? ¿Es?

Vicenta recuerda unas palabras de su padre, preso político durante tres años: "Nunca me sentí prisionero, la libertad se lleva en el corazón, y la mente vuela libre, cuando lo deseas."

Cioran, que tanto criticó a Camus, y ante cuya muerte aseguró sentirse impotente y triste, escribió  en uno de sus múltiples e idénticos cuadernos que a veces le servían como diarios y otras como pozos de ideas en los que acallar a sus fantasmas en las noches de insomnio, algo muy parecido a todo esto:

"No pedimos la libertad, sino la ilusión de la libertad. La Humanidad se debate desde hace milenios por esa ilusión.
Por lo demás, como la libertad es, según se suele decir, una sensación, ¿qué diferencia hay entre ser libre y creerse libre?"

E.M. Cioran, Cuadernos (1957-1972)


"Le dijeron al reo que tenía el derecho de una última voluntad, pero él contestó que pasaba, porque no se pondrían de acuerdo". 

Pere Calders, Cuestiones de trámite 
(incluido en Ruleta rusa y otros cuentos.)


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