lunes, 19 de septiembre de 2011

Así de fácil

Mujeres filipinas han conseguido la paz entre dos aldeas recurriendo a una estrategia de resolución de conflictos muy simple: la huelga sexual. A esa conclusión ya llegó Lisístrata, quien, en la ficción, quiso poner fin a la guerra del Peloponeso y, tras convencer a las mujeres griegas para que no mantuviesen relaciones sexuales con sus maridos hasta que terminase la guerra, consiguió la paz entre Atenas y Esparta. La ficción y la realidad, a veces tan iguales.


Lisístrata: Lampito, todas las mujeres toquen esta copa, y repitan después de mí: no tendré ninguna relación con mi esposo o mi amante.

Cleónica: No tendré ninguna relación con mi esposo o mi amante.

Lisístrata: Aunque venga a mí en condiciones lamentables.

Cleónica: Aunque venga a mí en condiciones lamentables. (¡Oh Lisístrata, esto me está matando!)

Lisístrata: Permaneceré intocable en mi casa.

Cleónica: Permaneceré intocable en mi casa.

Lisístrata: Con mi más sutil seda azafranada.

Cleónica: Con mi más sutil seda azafranada.

Lisístrata: Y haré que me desee.

Cleónica: Y haré que me desee.

Lisístrata: No me entregaré.

Cleónica: No me entregaré.


(Fragmento del juramento que hacen las mujeres en la obra teatral Lisístrata, de Aristófanes)



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