martes, 6 de marzo de 2012

El vacío de todo lo que no cabe en un bolsillo





Entre negaciones del mañana
vuelves a ser equilibrista
sobre los cimientos más endebles
y no es casualidad.
No desde que te vas con la flor de los almendros
y vuelves tras un filtro del color del tabaco sin fumar.


Pienso temblorosa y me niego a abrir la boca
porque temo escucharme con este miedo
porque siempre todo es ayer y nada,
nunca nada es algo y mañana.

Ningún temblor o temor es arbitrario
cuando deja de ser anecdótico
y se convierte en un interrogante cíclico:
¿Conseguiremos salir en pie esta vez
O nos arrastraremos para buscar desde lo alto?

Como niños que gatean como animales de otra especie,
no queriendo ser mayores, ni más humanos,
porque no lo consideran necesario.
Y no lo es.

Basta agitar un sonajero
(llorar queda descartado)
para acaparar atenciones;
para que te preguntes,
como quien no espera respuesta,
qué es lo que quiero.

Te sorprendería saber que lo que quiero querer
es que nunca vuelvas,
que te mimetices con esta pared,
con el aire si lo prefieres.
O con las cosas que vas dejando caer
Y que nunca te paras a recoger:
con el vacío de todo lo que no cabe en un bolsillo.


Este poema tiene bastante tiempo y contiene menos odio del que transmite. Creo que cuando lo escribí no pensaba en nada ni en nadie. Nunca pienso en nada.


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