Lo que hago aquí y lo que no hago allí es lo mismo pero diferente

En una pared de Molins de Rei

Soy cobarde por huir cuando se me rompe la brújula, tacaña por no comprar otra. "¿A qué te vas a Barcelona?" A vivir, ¿acaso no es suficiente cuando el aire está tan sucio? Me he deshecho de años y no me he deshecho. Esta vez no. Será el aire. Será la vida. Será el recuerdo colapsado y el olvido a punto de estallar. Será un órgano consciente de que el pegamento repara cualquier cosa menos corazones hechos piezas de puzzle y cabezas desquiciadas. 

He venido a esperar, a bañarme en piscinas de plástico, a que me ofrezcan sujetadores Rambla abajo en plena madrugada si digo que no quiero cerveza ni marihuana. Disfruto perdiéndome en pozas perdidas del Llobregat, donde Gora se moja el culo con alboroto y Elisa se defiende de pequeños dictadores. Disfruto de la panza de Alba y Chiki cuando no se esconden debajo de mi cama, de su mirada de gatas desquiciadas a punto de atacar si no las acaricio. Disfruto de bibliotecas que prestan quince libros durante un mes. De libros de poesía que se funden mientras se calienta un vaso de leche. De hablar en catalán con miedo a inventar un nuevo idioma. De noches frías en pleno agosto. De las cenas en casa y de las barbacoas con desconocidos. De las risas con Elisa cuando los vecinos follan con Extremoduro ¿de fondo? para disimular orgasmos salvajes y gritan por encima de Robe y no sabemos si cantar o aplaudir. De decir "merci" sin la "r" francesa. De llegar a la estación sin perderme y de que allí esté Andreuet con su sonrisa eterna. De perderme de vuelta a casa y de que llamen a Tina para comer jamón a través de una pared. De eso disfruto. De las cosas de siempre, pero en distinto lugar. Y mientras disfruto, espero, vivo y lo que surja.