miércoles, 12 de diciembre de 2012

Luna Miguel: "Si la poesía está llena de pájaros, ¿por qué no el cuerpo?"


Como Bukowski, tiene un pájaro en el corazón. Literalmente. Ama lo feo porque está convencida de que la fealdad genera belleza. Por eso escribe sobre cucarachas. Por eso sus poemas tienen esa fuerza. Por eso tiene un séquito de admiradores y admirados a los que arrastra, de los que habla y a los que, a menudo, recomienda y da a conocer en escabrosas antologías poéticas tan duramente criticadas como, precisamente por eso, exitosas.

Luna Miguel, poeta omnipresente en redes sociales y blogs, acaba de publicar Musa Enferma (Damocle) en Italia y pronto verán la luz en España Sangrantes (Origami), una antología poética desde la menstruación, y su último poemario, La tumba del marinero (La Bella Varsovia).

V. M. - Darío tenía un pájaro azul atrapado en su cabeza. Bukowski nos contó que su corazón encerraba uno de ellos. Tú te tatuaste un pájaro azul y los primeros versos de aquel poema, "Pájaro azul" de Bukowski. Une las piezas.

L. M. - Exacto, si la poesía está llena de pájaros, ¿por qué no el cuerpo?
V. M. - Vistos los antecedentes, el pájaro azul es una constante en poesía que parece hacer alusión a una musa un tanto difusa, quizá perdida. Acabas de publicar "Musa Enferma" en Italia y, a menudo lees sobre enfermedades como si buscases respuestas, ¿qué le pasa a tu musa?

L. M. - Supongo que las musas siempre son enfermizas, al menos en mi caso, eso sólo significa que el deber de uno, como autor, es darle la vida, el color y la salud que se merece. La musa es una mujer o un hombre muy blanco. El color blanco es el de la pureza –o el de la resaca, o el del hospital-, pero también el del folio en blanco: y todo posible lo que viene detrás.

V. M. - Los pájaros están muy presentes en tus poemas y en muchos ajenos que citas y destacas en tu blog, pero también las cucarachas están ahí. ¿Por qué recurres tan a menudo a estos animales?

L. M. - Al contrario que las cucarachas, los pájaros han dejado de ser “animales”. Un pájaro es un ser al que apenas conocemos y que por eso nos fascina. El pájaro, normalmente, sintoniza con uno. Es parte de uno. El pájaro siempre ha de ser bello: las palomas y las gaviotas son asquerosas, por eso no son “pájaros”, sino algo más parecido a una cucaracha. Por esta razón comencé a interesarme por los insectos, las ratas, las palomas, o incluso los gatos. Todos estos seres son ajenos a nosotros, ya no son metáforas de nada salvo de sí mismos. Nos dan miedo. A mí me gusta ese miedo.

V. M. - Escribes sobre cucarachas, pájaros en la garganta, lejía, condones usados...¿Por qué la fealdad, las fobias, los tabúes? ¿Ha sido siempre así o es tu época oscura, artísticamente hablando?

L. M. - Como decía, me gusta el miedo, me gusta lo feo porque es la fealdad la que genera la hermosura. De esto habla muy bien Mario Pratz en La carne, la muerte y el diablo.

No pienso que yo haya pasado o esté pasando por una época oscura, al contrario. Siempre he querido escribir desde la luz. Y eso es lo que ocurre cuando hay luz, que todo se ve: lo feo, lo bonito. ¿Y por qué no hablar de todo ello?

V. M. - A propósito de temas escabrosos, has editado "Sangrantes", una antología poética en la que varias poetas escriben sobre la menstruación, en lo que parece un ejercicio de aceptación…¿Por qué elegiste un tema aún considerado tabú, en cierto modo; algo que la sociedad nos enseña a ocultar por considerarlo desagradable?

L. M. - Esta antología me gusta mucho porque habla de muchos temas: de la creación desde el cuerpo femenino, del embarazo, del sexo, del hombre, de la mujer, de la vejez, de la infancia. Quien se acerque a la antología que en enero de 2013 aparecerá en papel (Ed. Origami), se dará cuenta de que ese “tabú” es completamente falso e inocente. Si elegí este tema es precisamente por eso. De hecho, al recibir las colaboraciones me llevé muchísimas sorpresas, pues cada autora lo abordó desde puntos de vista tan distintos. No nos quedemos en el color rojo, ni en el grumo: veamos qué hay más allá, pues hay mucho.

V. M. - Hija de los padres de la editorial El Gaviero, con un ancla tatuada, ahora preparas el poemario La tumba del marinero. ¿Qué os pasa? ¿De dónde viene esta obsesión genética?

L. M. - Supongo que tanto Ana Santos y Pedro J. Miguel (responsables de El Gaviero) como yo (su hija) somos personas nacidas en el centro de la península. En 1996 nos mudamos a Almería, donde todo cambió. La manera de vivir, la manera de mirar el mar. Yo volví a Madrid pero ahora estoy en Barcelona. Creo que los tres necesitamos el mar y el mediterráneo para sentirnos seguros, aunque parezca una tontería, es así de cierto.

De todos modos, La tumba del marinero es un título “arbitrario”, al igual que “El Gaviero”. Imagino que para mis padres la figura de El Gaviero no es sólo algo ligado al mar, también tiene que ver con la poesía de Álvaro Mutis, y sobre todo con lo que en resumidas cuentas significa el trabajo del editor. Ese otear el horizonte. Ese avistamiento de tierra. Esa continua vigilia que implica trabajar así con la Literatura.

La tumba del marinero y mi tatuaje vienen de un asunto familiar muy íntimo que acabó convirtiéndose en una obsesión. En este caso mi madre enferma era mi musa. Ello me llevó a tatuarme el brazo y a, durante casi tres años, escribir este libro que, si todo va bien, saldrá en marzo de 2013 en La Bella Varsovia (vuelta al origen).

V. M. - Estudias periodismo y, aunque compartes tu vida tanto en la blogsfera como en redes sociales, llama la atención que apenas hables de tus estudios, ¿Qué esperas del periodismo?

L. M. - Odio la carrera de Periodismo. Profundamente.

V. M. - Un libro que consideres El Libro y un poema que consideres El Poema.

L. M. - No lo sé, hay demasiadas cosas que podrían ser Las Cosas. Sin embargo me aventuraría a elegir, por un lado El libro de Monelle, de Marcel Schwob y A modo de esperanza, el célebre poema de José Ángel Valente. Los dos autores y los dos textos me han acompañado desde hace muchos años.

V. M. - ¿Qué poeta te resulta más atrayente por su biografía que por su obra?

L. M. - Sylvia Plath. Aunque su poesía me gusta, su vida es mucho más atractiva.

V. M. - Seguro que hay algún personaje literario con el que te identificas, ¿con cuál te quedarías si creyeses que su autor te ha descrito?

L. M. - Siempre me hubiera gustado ser algo parecido a María Font, de Los detectives salvajes. Una especie de versión mejorada de La Maga de Rayuela (la cual no me cae demasiado bien).
Luego está Lola Font (hija, nieta, vete tú a saber, de la que cito más arriba). Pero eso es otra historia.

V. M. - Publicaste Exhumación con Antonio J. Rodríguez. ¿Lo bueno y lo malo de escribir a cuatro manos con tu pareja?

L. M. - Todo fue bueno. Me encantaría repetirlo. Nos lo pasamos muy bien y aprendimos el uno del otro.

V. M. - Poetas tan importantes como Rimbaud y Baudelaire fueron autores precoces. Tú también empezaste a publicar siendo prácticamente una niña y eso a menudo no gusta. Se han hecho críticas muy fuertes a tus poemarios, que caen en el ataque personal y tengo la sensación de que esas críticas no serían tan viscerales si hubieses empezado a publicar con una edad que a veces se confunde con la madurez literaria. ¿Están la edad y la supuesta madurez literaria sobrevaloradas en este oficio?

L. M. - La edad no debería ser más importante de lo que parece. Todo es relativo. Es cierto que la precocidad fascina, como fascinan la belleza, la audacia, y otras tantas cosas. Quiero creer que es la literatura lo que prevalece. Es lo único que me interesa.

V. M. - Como lectora voraz, escritora, editora en prácticas, estudiante, asidua de las redes sociales, bloguera constante, chica con chico, gato y vida social activa…tengo que preguntarte cómo has conseguido alargar los días…¿Duermes, realmente?

L. M. - Creo que se puede hacer de todo, aunque no todo es tan bonito como parece: supuestamente tenía que haber acabado la carrera, supuestamente tendría que haber dejado de ser becaria, supuestamente tendría que hacer más o tener más, o yo qué sé. A veces soy muy vaga, priorizo cosas innecesarias, duermo siestas enormes. Puedo llegar a arrepentirme de muchas cosas, pero trato de cumplir con mis obligaciones, aunque sea más despacio de lo que debiera.

V. M. - A propósito del sueño: ahora que el 2012 termina, no quisiera ponerte en un aprieto, puesto que tu chico ha publicado "Freesy Cool", pero has recomendado encarecidamente el ensayo de Blake Butler sobre el insomnio, "Nada". ¿Ha sido tu libro del año o tienes otros candidatos?

L. M. - Blake Butler, Gonçalo M. Tavares, Stewart Home, Upton Sinclair, Joan Didion, Yannis Ritsos, Dorothea Lasky, Antonio J. Rodríguez, Javier Calvo… sí, están en mi lista.

Aunque este también ha sido el año de las grandes lecturas de poesía, libros más antiguos: Cartas de cumpleaños de Ted Hughes, La belleza del marido de Anne Carson, No sé de ningún mundo mejor, de Ingeborg Bachmann o Contexto. Material de Birgitta Trotzig. Imprescindibles.

Gracias, año 2012, por todo esto.

3 comentarios:

  1. grna diálogo entre las partes.
    Y por supuesto que tomo tus recomendaciones literarias.
    Me quedo aquí leyéndote.
    Salud!

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  2. vaya... ya vas por aquí! ;)

    nomorepollo

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