domingo, 22 de julio de 2012

Manson, precioso 'motherfucker'

Crónica para FTS Cultural Magazine

Marilyn Manson anoche en Benicàssim (Castellón). Foto: Íñigo de Amescua

Entre “beautiful motherfuckers”, dedos índice apuntando al cielo y otras lindezas, Marilyn Manson convirtió Benicàssim en el infierno por un rato, durante su actuación en el Costa de Fuego. Pero no sólo vino a estrenar uno de los festivales más prometedores del panorama nacional para insultar al público, también lanzó besos a través de su cuchillo carnicero y contagió su demencial risa. Era la recompensa por robarnos la voz.

Se hizo esperar. Apenas diez minutos, que sirvieron para incrementar las ganas de que la tela negra que le escondía cayese al suelo.  Saludó con Hey cruel world, una elección muy acertada para abrir cualquier concierto. De Born Villain, el disco más reciente, además, tocó No reflectionPistol Whipped y Slo-Mo-Tion. El público puso tanto de su parte que amenizó los arreglos en el escenario al ritmo de la sintonía deBricomanía (sí, sí, Bricomanía). Entre los clásicos inexorables, el reverendo le robó al público la voz con The love song, The dope showDisposable teens, Sweet dreamsPersonal JesusRock is dead, Irresponsible hate anthemmOBSCENEAntichrist superstar, Coma white y puso el broche con la ansiada a gritos durante casi hora y media: The beautiful people.
Con aspecto recatado, acostumbrados como nos tiene a lucir glúteos y marcar paquete, el reverendo apareció tapado de pies a cuello, chaqueta incluida, antifaz y guantes.  Luego nos dejó ver la sombra rosa que le recorría la cara de sien a sien, se cambió de sombrero varias veces, restregó sus mocos sobre Fred Sablan, el bajista y engulló algunas páginas de un par de biblias desde su famoso púlpito. Cosas suyas.
Foto: Íñigo de Amescua

No defraudó. Nos dio lo que queríamos y más, a pesar de las limitaciones (menos de hora y media de concierto). Ni la brutal puesta en escena de Nightwish, sus predecesores, y la competencia de Katatonia y Opeth (ambos coincidieron con su concierto en uno u otro momento) pudieron con él ni con miles de cabezas en movimiento. Sigue en forma, no ha dejado de ser el de siempre y, a pesar de las malas críticas que han recibido sus últimos discos, tachados de blandos, anoche dejó claro por qué es uno de los mas grandes del metal industrial.
El de Ohio no se marchó sin volver a recordarnos lo hijos de puta que somos. Pero preciosos, eso sí. Aunque la puesta en escena no fue lo espectacular que cabe esperar de Manson, su energía, al parecer recuperada, y la conexión con el público y con Fred Sablan le redimieron. Es un beautiful motherfucker. The best one.

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